Este es el blog de los alumnos de 4ºA-Historia, del IES Hernán Pérez del Pulgar, Ciudad Real, cuyo profesor es Agustín Ciudad.

lunes, 31 de agosto de 2015

El Día del Trabajador, nada para festejar.

El Día Internacional de los Trabajadores o Primero de Mayo es la fiesta por antonomasia del movimiento obrero mundial.
Es una jornada que se ha utilizado habitualmente para realizar diferentes reivindicaciones sociales y laborales a favor de las clases trabajadoras por parte, fundamentalmente, de los movimientos socialistas, anarquistas y comunistas, entre otros.
Estos sindicalistas anarquistas fueron ejecutados en Estados Unidos por su participación en las jornadas de lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvieron su origen en la huelga iniciada el 1 de mayo de 1886, donde 200 000 trabajadores iniciaron la huelga mientras que otros 200 000 obtenían esa conquista con la simple amenaza de paro. A partir de entonces se convirtió en una jornada reivindicativa de los derechos de los trabajadores en sentido general celebrada en mayor o menor medida en todo el mundo.
Los hechos que dieron lugar a esta celebración están contextualizados en los albores de la Revolución Industrial en los Estados Unidos.

La revolución industrial indudablemente trajo consigo un desarrollo inusitado de la economía y de la tecnología pero paralelamente a ese desarrollo, se trasladó el esquema de trabajo de la sociedad agrícola en donde todo el núcleo familiar participaba del proceso productivo al nuevo modo de manufactura en las fábricas, en donde el obrero estaba sujeto a una jornada de trabajo de doce horas continuas, sin descanso y trabajando en serie. En las fábricas trabajaban por igual hombres, mujeres, niños y ancianos, pero a diferencia del trabajo rural en donde cada cual adaptaba su productividad a sus fuerzas y posibilidades, en el nuevo modo de producción, los procesos de manufactura en serie exigían un horario común a toda la cadena. Así se mantuvo por años un esquema de explotación y un horario de trabajo extenuante de doce horas; que impedían por un lado la integración del trabajador a su núcleo familiar, la recuperación física del obrero y el disfrute del tiempo libre.

Nos hemos acostumbrado a una jornada laboral de 8 horas, tanto, que inconscientemente nos olvidamos que no siempre fue así. Antes de eso las jornadas eran de 18 horas, aunque hoy nos resulte espantoso. En estas mismas fechas hace aproximadamente 120 años un grupo de personas y dirigentes luchaban valientemente para hacerlo posible.

Lorena Benito

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